Poderío de Santa Rita sobre los Demonios

Poderío de Santa Rita sobre los Demonios 

"Muchas y señaladas vitorias alcanzó esta admirable mujer sobre el común enemigo mientras vivió en este mundo, triunfando manifiestamente sobre él, en sí misma. "La vida del hombre es milicia sobre la tierra", dice el Santo Job, y a lo sumo es una guerra meramente defensiva, porque aunque salen victoriosos los hombres, son asaltados, y todo el cuidado es defenderse en sus Reales; al contrario, siempre fiero e incansable, si vence el demonio, hace gran estrago, y si es vencido, cede por poco tiempo y vuelve luego a la pelea, lo que les cuesta a los justos conseguir sillass de gloria; la Fe nos lo enseña, pero en la estimación, sólo Dios lo sabe, que ve sus peligros y fatigas, y alienta continuamente sus cansados corazones mientras viven, se afanan y peligran; y el Demonio presume rendirlos y ni se da por vencido, ni se presume totalmente ultrajado; aunque estando gloriosas las almas en el Cielo, les teme y tiembla de ellas, porque desde allá, ya sin sustos propios, vencen su fiereza y pisan su vanidad, haciéndole gemir y que se confiese vencido, por más que su soberbia lo resista.

Algunos Santos tienen especial poder sobre los Demonios, y entre ellos se debe contar a Santa Rita de Cascia. Referiremos sólo algunos casos que trae nuestro antiguo historiador, el P. Fr Jerónimo Román, en sus noticias manuscritas. Tuvo, dice, esta Santa gloriosa, don en echar los espíritus malos de los cuerpos humanos, y así se hallan diversos milagros en este propósito. Como un mozo de junto a Cascia fuese poseído por los Demonios y era maltratado por ellos, de suerte que lo llevaban por los montes y valles, y muchas veces, si no hubieran mirado por él, se hubiera muerto. La madre, llena de dolor, le encomendó a Santa Rita, y luego se sosegó el mozo, y después llevado al Sepulero Santo, y allí que fue sano y libre.

-Una mujer se casó, y por ventura, entregándose con el estado, por usar mal de él, fue poseída por los Demonios; y era muy maltratada: Personas devotas, que sabían que hacía muchos milagros Santa Rita, persuadiéronla de que se encomiende a ella; y haciéndolo así, luego se halló mejor, y viniendo al Sepulcro, quedó de todo punto libre.

-Otro hombre, habiendo sido durante muchos días atormentado por los Demonios, fue llevado a visitar el Santo Cuerpo, y acompañándole mucha gente, toda hizo oración por él, y luego сomenzó a mejorar, y dentro de tres dias siguientes quedó sano de todo punto; y él no queriendo ser ingrato a tanto beneficio, se ofreció a servir toda su vida en el Monasterio, y dio su hacienda, y en él acabó con mucha paz y sosiego. 

-En este mismo día, a la fama de tan gran milagro, acudió otro Endemoniado que hacía diez años que era atormentado, y a tiempos le dejaban descansar, y después le fatigaban terriblemente; los parientes, doliéndose de él, lo encomendaron a la bienaventurada Santa Rita, y luego fue libre, sin quedar en él rastro de trabajo tan cruel.

-Una mujer de cerca de Cascia vino a ser maltratada por los Demonios malamente; fue llevada al Sepulcro de Santa Rita, adonde concurrieron muchos Clérigos y Religiosos y otras personas pías, las cuales hicieron oración; y los Demonios, viéndose apretados, salieron del cuerpo dando voces y diciendo que eran compelidos por Santa Rita. Volvieron otra vez los Espíritus malignos a la miserable mujer; pero volviéndola a traer a la sepultura de la Santa, de todo punto fueron auyentados de manera que nunca más volvieron, y la misma mujer dijo que había visto a esta Santa cuando mandó a los Demonios que saliesen;  y como al principio no quisieron obedecer, ella echó mano de ellos y los hizo salir por fuerza, y confirmole esto ser así, porque com viese es mismo Cuerpo Santo que estaba en la Caja, todo entero, dijo verdaderamente tal era la Santa, que me socorrió en la tribulación, y me dijo, no dudes que yo he venido a librarte del trabajo en que estás. 

-Este milagro que sigue es muy notable, y nos advierte cómo hemos de cumplir con lo que prometemos, por las mercedes que recibimos de Nuestro Señor. Una mujer, llamada Casandra, tuvo un hijo que llegó a la muerte, y no hallando remedio humano, encomendolo a esta Santa, prometiéndole llevarlo a su Sepulcro y hacerle alguna ofrenda; el muchacho sanó, pero la madre no curó de cumplir el voto. Pasados algunos días, muriósele el hijo, y ella fue poseída por los Demonios, y decía el mal Espíritu, como mentiroso, que era el ánima de su hijo quien la atormentaba. Con esto estuvo algunos años maltratada; y decía el Demonio que no saldría de alli hasta que fuese llevado al Sepulcro de Santa Rita, como lo había prometido su madre. Los otros hijos de esta mujer, hermanos del muerto, creyendo que el ánima del hermano era la que hablaba allí, determinaron cumplir el voto que la madre hizo por el hijo, y así, tomándola en brazos y por fuerza, la llevaron al Sepulero de esta Santa, no con poco trabajo. Ya que llegaban cerca de la Ciudad de Cascia, (porque venían de otro Pueblo), la gente que la vio traer de aquella manera, acudió a llevarla a la Iglesia, porque ya los hijos no podían más. Metida en la Capilla, todos hicieron oración delante del Cuerpo Santo, entonces cayó ella como muerta, en brazos de sus hijos y gimiendo tres veces, cada vez fue hinchándosele más la garganta, los hijos cuando vieron esto, levantaron la voz, diciendo "milagro, milagro", porque estas son las señales que les fueron dichas de la vez que oyeron del Demonio, que entonces sanaría su madre, cuando se le hinchase la garganta. Estuvo la mujer un buen rato como fuera de sí, y no sabiendo adonde estaba, dijo a sus hijos que adónde la habían llevado. Ellos le dijeron que a la Capilla de Santa Rita la habían traído; oído esto, luego se levantó en pie, y arrimándose a la Capilla, se puso de rodillas, y dio gracias a Nuestro Señor, por la merced tan grande que le había hecho. Sucedió este milagro el año 1541, y todos estos seis sucesos que acabamos de referir, los trae el P Román, literalmente, el cual escribía esta vida en 1587"

Capítulo 4 de "La Vida y Milagros de la Gloriosa Santa Rita de Cascia", Tomás Dávila, 1705